sábado, 28 de julio de 2012

Estudio de la Biblia



Juan 6:1-21

Cuando crecía, la historia de Jesús alimentando a cinco mil fue una de esas de los libros de cuentos de asombro y admiración de la confirmación de la divinidad de Cristo y del poder milagroso. De hecho, mucha tinta se ha derramado sobre exactamente esta pregunta, sea o no, la multiplicación literal de los panes y los peces en realidad lo que esta historia representa. Sin embargo, al leer el relato que se nos ofrece hoy por el Evangelio de Juan, estoy menos preocupado por la búsqueda de este debate para acomodar a Jesús con una “realidad” científica y más por lo que, a primera vista, parece como una cláusula de  tirar: “Entonces Jesús tomó los panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los que estaban sentados, así también los peces, todo lo que quisieran” (11). Sea lo que sea que está sucediendo en este pasaje depende de esto, de dar gracias.
Lo que la NRSV traduce aquí como “dado gracias” es una forma del verbo griego eucharisteo, de la cual obtenemos una palabra con la que los episcopales estamos íntimamente familiarizados: “Eucaristía”. Y se me ocurre que esto de Jesús
dar gracias por los regalos dados por un muchacho, conduce a un cruce de todos nuestros temas anteriores tratados. Se trata de una audaz declaración de una lógica de la abundancia enraizada en una acción de gracias por los dones sagrados que cortocircuitan nuestras concepciones ordinarias de la posible, y todo de una manera que invoca para nosotros un sacramento que celebramos cada semana en las iglesias de todo el mundo. Hagamos de la Eucaristía nuestra nueva imaginación.

¿Por qué dones usted, su familia, y/o su congregación dan gracias? ¿Cómo podría la fiesta escatológica de la Eucaristía ofrecernos una visión de la abundancia y la fidelidad comparable a Jesús alimentando a los cinco mil? ¿Cómo puede el dar gracias disolver los impasses – sean políticos o no – que ahogan e impiden el florecimiento humano?


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