Este domingo es el principio del fin: el sufrimiento y la muerte amenazan. En la próxima semana seremos testigos tanto de la comunidad de la primera Eucaristía como de una muerte horrible por crucifixión.
En nuestro mundo actual, otras muertes amenazan. En el África subsahariana un niño menor de cinco años muere de malaria cada minuto. Este es el dolor, el sufrimiento, la muerte y el duelo que tendremos presente esta próxima semana. La vida de diez mil niños inocentes y valiosos terminará esta semana, junto con esa otra vida inocente que conmemoraremos el Viernes Santo.
Sin embargo, como cristianos miramos también hacia la esperanza, hacia la resurrección. La muerte y el sufrimiento no tienen que ser el final de la historia. Así como aguardamos todos los años la alegría del Domingo de Resurrección, también podemos tener la esperanza de un mundo sin malaria, un mundo de una nueva vida para las personas amenazadas de muerte por una enfermedad evitable.
Cada semana es Semana Santa, una semana para ser santificada con nuestras acciones. Cada semana tenemos a los pobres con nosotros y cada semana podemos llegar a ellos.
- Cynthia Coe
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