Pero la parte [de la semilla] que cayó en buen terreno son los que oyen la palabra con corazón noble y bueno, y la retienen; y como perseveran, producen una buena cosecha.
- Lucas 8:15
Los niños son la semilla de la raza humana y las semillas de esperanza para la curación de un mundo herido. Sin embargo, millones de niños viven en la pobreza, sin una atención médica adecuada y luchando por sobrevivir sin una nutrición adecuada.
A fin de curar verdaderamente a nuestro mundo, debemos preparar una "buena tierra" para las únicas semillas que tenemos: nuestros hijos. Preparar una buena tierra es un trabajo difícil pero importante que no podemos permitirnos el lujo de eludir. Los espinos del peligro y la enfermedad deben ser desarraigados. Los fertilizantes de buena comida, educación y crianza cristiana se deben aplicar con regularidad. Los obstáculos para el crecimiento deben ser apartados del camino.
Con los dones del agua del Espíritu Santo y la luz de Cristo, todas estas criaturas, como semillas de Dios, pueden florecer en los jardines donde son plantadas. Dando frutos de servicio, innovación y amor por los demás, nuestros hijos podrán crecer a producir una cosecha abundante para toda la humanidad, junto con las semillas de esperanza para el reino de los cielos.
- Cynthia Coe
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