Jueves, Marzo 14
Pero si envías tu Espíritu, son creados, y así renuevas la faz de la tierra.
— Salmo 104:30
Animal, Vegetal, Milagro; es el relato de Bárbara Kingsolver
de la aventura de su familia que durante un año comieron
exclusivamente productos que ellos cultivaron o compraron a los agricultores locales. La palabra milagro me lo dice todo. Ya adulta me he hecho una apasionada jardinera, y para mi sigue siendo un milagro que mis perennes revivan cada primavera después de morir en otoño. Es un milagro que surjan nuevas cañas de frambuesas cuando mueren las viejas. Es un milagro cuando planto unas semillas diminutas y producen tanta espinaca que tengo que regalar a los vecinos. Es un milagro cuando mis restos de comida se convierten en compost fertilizador. Sí. Sé que no son técnicamente “milagros”, no como cuando Jesús dio vista a los ciegos. Aun así, no puedo evitar admirarme por la forma en que Dios creó este mundo que se renueva constantemente, dando una y otra vez.
Tal vez nuestra reflexión cuaresmal debe incluir arrepentirnos por nuestra incapacidad de ver lo milagroso en esta tierra que Dios nos ha dado.
— Nancy Hopkins-Greene
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