lunes, 11 de marzo de 2013

DEVOCIONALES DE CUARESMA


Lunes, Marzo 11
Un dirigente de una comunidad preguntó a
Abba Poemen: “¿Cómo puedo ganar el temor de Dios?”
Abba Poemen respondió: ¿Cómo podremos ganar el
temor de Dios cuando tenemos los estómagos llenos de
queso y frascos de pescado salado? “
— de Los Dichos de los Padres del Desierto


El hambre es una sensación que todos conocemos, ya sea que, trabajando afanosamente, nos saltemos la hora del almuerzo o ayunemos como una práctica espiritual. En todo caso, cualquiera de nosotros con recursos suficientes, puede acercarse a la despensa o abrir la nevera y alimentarse cuando el hambre nos impulsa a comer. Pero muchas veces no es el hambre lo que nos impulsa a comer, sino más bien contar con alimentos a mano, tazones de caramelos, armarios de bocadillos, comida rápida o antojos que nos incitan a comer incluso si no tenemos hambre. Pero ¿qué sucede
cuando nunca sentimos verdadera hambre, la clase de hambre que nos hace anhelar el alimento, que mira más allá de quedar satisfechos a simplemente desear alimentarse?
¿Sabemos realmente lo que significa sentir hambre? Esta es una pregunta que podemos hacer a nuestros cuerpos y a nuestros espíritus. Si siempre estamos llenos de cosas fáciles y agradables, ¿podremos conocer la profunda hambre espiritual que sólo Dios puede satisfacer? ¿Podemos tener hambre de Dios cuando nuestros estómagos siempre están llenos? ¿Cómo podría nuestra hambre hacernos recordar las necesidades de los demás y nuestra profunda dependencia de Dios durante esta temporada de ayuno y oración?
— Brin Bon

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