Las comunidades humanas inventaron el dinero como medio de cambio para bienes y servicios. Pero cuando intentamos usar el dinero a cambio de la gracia y el amor, Jesús se enfada porque el amor de Dios no es una divisa. Pero lo olvidamos y usamos el dinero para comprar cosas materiales para sentirnos mejor. Lo usamos para comprar fuerzas militares para lograr la paz. Intentamos usarlo para comprar la sanidad, el amor y las relaciones afectivas.
La sanidad espiritual nos obliga a comprender que no podemos comprar la sanidad y la gracia. El amor de Dios y la gracia de Jesús son abundantes y se nos ofrecen sin condiciones. Todo lo que necesitamos es reconocerlos y aceptarlos. Es desde ese lugar de gracia que nos movemos hacia nuestra sanidad, la de nuestras comunidades y la del mundo.
Repite lo siguiente como tu oración mantra de hoy: Deja de hacer un mercado de la casa de Dios.
- Eric H. F. Law
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