- Lucas 6:38
Ahora soy granjero suburbano, un criador de pollos en mi patio trasero. Nuestras gallinas ponen más huevos de los que necesitamos, lo que beneficia obviamente a nuestros amigos y vecinos. No hay nada como comer sus propios huevos--a menos que, por supuesto, sea compartir los huevos que le sobran.
En los últimos dos años he visitado dos veces la diócesis de Tamale, en la frontera entre Ghana y Burkina Faso, y he llegado a estar especialmente interesado en una operación bancaria única a cargo de la aldea de Binaba, vecina de la parroquia de St. James. Con La Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo y la Organización Anglicana Diocesana de Ayuda y Desarrollo, la comunidad posee un banco de gallinas de guinea en el que se puede pedir prestados huevos, siempre que se devuelva igual cantidad más los intereses.
Tal vez esto es de lo que se trata la vida en santidad. Pedimos prestada la esperanza y la fe cuando nos encontramos decaídos; la alegría y la firmeza cuando parecen ausentarse, el amor y la compasión cuando nos encontramos en medio de alguna lucha. A medida que obtenemos préstamos del Banco Divino, algo increíble empieza a suceder. Empezamos a tener más fe y esperanza, más alegría y firmeza, más amor y compasión de lo que necesitamos. Entonces, como hago con mis huevos de gallina sobrantes, somos libres para compartir con quienes nos rodean. Dios multiplica lo que tenemos y podemos darnos cuenta de que alcanza para todos.
- Brian Sellers-Petersen
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