Pero la gente se enteró y lo siguió. Él los recibió y les habló del reino de Dios.
También sanó a los que lo necesitaban.
- Lucas 9:11
Comencé mi ministerio en una congregación llena de personas brillantes, atractivas y seguras. ¿Debo decir también que eran algo intimidantes? Como un cura joven, me motivó a colocar en mi oficina una caricatura del New Yorker que mostraba una pareja entrando en una fiesta llena de gente adinerada. El globo sobre la cabeza de la pareja decía: "¡Caramba, adultos!"
Pero no pasó mucho tiempo para darme cuenta de una verdad que se refiere a todos nosotros, una verdad que cambió el enfoque de mí trabajo como pastor. Raspe la superficie, aún de la capa mejor pulida de las personas bien situadas, y descubrirá su necesidad de sanidad. Hable con ellas, sólo por unos pocos minutos; pregúnteles acerca de su historia, y encontrará las necesidades de sanidad. Éstas son muy variadas: sanidad del cuerpo, de la mente, del espíritu, de las relaciones, de los recuerdos; sanidad de la tierra y del orden político. Sanidad que se muestra en la necesidad de justicia y paz, sanidad dirigida por personas de nuestras iglesias, por nuestro esfuerzo coordinado y consolidado en organizaciones como La Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo.
La necesidad de sanidad nos rodea hoy día. ¿Cómo abrirá sus oídos a esas necesidades? ¿Cómo abrirá su corazón a ellas?
- Jay Sidebotham
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