miércoles, 20 de febrero de 2013

DEVOCIONALES DE CUARESMA


Miércoles, Febrero 20
Ustedes... que comen corderos selectos y terneros engordados
— Amós 6:4


Aquí el Profeta sobre habla sobre el desperdicio: comerse un
cordero desperdicia la lana que puede producir durante toda su vida y una ternera, la leche que puede proporcionar durante su vida útil.
El pollo que compré pesa aproximadamente tres libras. Primero, lo asamos: una suculenta comida caliente que me recuerda las cenas dominicales cuando era niña. Luego separo toda la carne restante en los huesos para una ensalada de pollo o algún otro plato. Probablemente otras dos comidas, pues ahora somos sólo dos. Los huesos van dentro de la olla junto con restos de vegetales y las hierbas que pueda encontrar en el jardín, hierven a fuego lento
sobre la estufa durante un par de horas, y la sopa llena la casa con un olor maravilloso. Cuelo el caldo en un recipiente y lo congelo.
Lo que queda en el colador va al montón de compost, para nutrir la vida nueva en el jardín.
Cuando se mata a un animal para comerlo, le debemos a éste,
creado como nosotros por un Dios de amor, dignificar su sacrificio aprovechándolo al máximo. Dios no ha desperdiciado nada en la creación; y nosotros que somos su imagen, tenemos la obligación de no desperdiciar nada.
¿Su cena de pollo le exige un deber moral? ¿Algo tan cotidiano y sin importancia? Pues sí. En la creación, las cosas pueden ser cotidianas, pero nunca carecen de importancia.
— Bárbara Cawthorne Crafton

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