Meditación para el viernes primero de abril
Juan 8:33-47Jesús les contestó: —Si de veras Dios fuera su padre, ustedes me
amarían, porque yo vengo de Dios y aquí estoy. No he venido por mi
propia cuenta, sino que Dios me ha enviado. ¿Por qué no pueden
entender ustedes mi mensaje? Pues simplemente porque no pueden
escuchar mi palabra. El padre de ustedes es el diablo; ustedes le
pertenecen, y tratan de hacer lo que él quiere. El diablo ha sido un
asesino desde el principio. No se mantiene en la verdad, y nunca
dice la verdad. Cuando dice mentiras, habla como lo que es; porque
es mentiroso y es el padre de la mentira. (8:42-44a)
Muchos autores han tropezado con la roca de hacer a Jesús más
aceptable, por los criterios subjetivos de una cultura moderna,
próspera y en gran parte obsesionada consigo mismo. El hecho de
que el Nuevo Testamento no se preocupa por tal preocupación es
uno de los argumentos más fuertes para su autenticidad como la
revelación de Dios mismo.
Aquí, Jesús hace afirmaciones de sí mismo que sería escandaloso
si no fuera Dios encarnado. El enfrenta a sus acusadores
directamente, llamándolos niños del diablo, mentirosos, que no
vienen de Dios. Como C.S. Lewis ha argumentado, si Jesús no es el
Señor, entonces las alternativas más claras es que sea un mentiroso
o un lunático.
Jesús exige mucho de nosotros: nuestra devoción, nuestras
prioridades y quizás incluso nuestras vidas. Esta es su prerrogativa
por una razón sobre lo demás: Él es quien afirmó ser.
—Douglas LeBlanc
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