Meditación para el martes 29 de marzo.
Salmo 78:1-39No lo ocultaremos a nuestros hijos. Con las generaciones futuras
alabaremos al Señor y hablaremos de su poder y maravillas. (78:4)
Los setenta y dos versos del Salmo 78 son dignos de leer en voz
alta.
De la misma manera que un drama de acción y aventura, hay nubes
ominosas y pilares de fuego, alimento del cielo y agua en el desierto,
granizo y rayos, mentira y rebelión, perdón y traición, prueba y
liberación.
Esperamos esta clase de historia en las películas, con un héroe y un
final feliz.
Pero el salmo, de la misma manera que la vida, es más
complicado—y más honesto, quizás. La violencia viene en ciclos;
la destrucción crece. Las vislumbres de la redención parecen
disminuirse por la hambruna y la muerte, el hambre y la cautividad.
Y hay preguntas obsesionantes: ¿la ira de Dios causa el
sufrimiento? ¿O lo hacemos nosotros? ¿Por qué algunos son
rescatados mientras que otros se mueren?
¿Podemos todavía hablar de actos gloriosos? ¿Podemos hacerlos
nosotros?
¿Y cuándo nos pregunten nuestros hijos, qué les diremos?
—Josh Thomas
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