Les contó otra parábola: “El reino de los cielos es como un
grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando
crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en
árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas”.
—Mateo 13:31-32
Me gusta la miel tanto como la mostaza. Las abejas y la miel son
uno de mis proyectos favoritos de la Agencia Episcopal de Alivio y
Desarrollo. Siempre les pregunto a nuestros socios si puedo ver sus
proyectos para el cuidado de las abejas. Me fascinan las abejas, su
cuidado, la polinización y la miel. Cuando era joven me encantaba
caminar por los campos con mi abuelo campesino de Nebraska para
ver sus abejas, asegurarnos de que estuvieran sanas, creciendo bien y
ayudando a que sus cultivos crecieran en abundancia.
Para los campesinos de pequeña escala, que no pueden mantener
Ganado, las abejas pueden cambiar su vida. Recuerdo muy bien un
grupo de mujeres en Kenya que orgullosamente me mostraron sus
abejas y colmenas, dándome instrucciones sobre lo básico para cuidar
de las abejas, insistiendo que yo probara su miel, explicando cómo
llevan sus botellas de miel al mercado, y sus planes para engrandecer
su negocio para beneficio de toda la aldea. No tenían que decírmelo,
pues era abundantemente claro que las abejas les infundían esperanza
e provocaban transformación en su vida y a su comunidad.
¡El reino de los cielos es como una colmena!
—Brian Sellers-Petersen
grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando
crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en
árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas”.
—Mateo 13:31-32
Me gusta la miel tanto como la mostaza. Las abejas y la miel son
uno de mis proyectos favoritos de la Agencia Episcopal de Alivio y
Desarrollo. Siempre les pregunto a nuestros socios si puedo ver sus
proyectos para el cuidado de las abejas. Me fascinan las abejas, su
cuidado, la polinización y la miel. Cuando era joven me encantaba
caminar por los campos con mi abuelo campesino de Nebraska para
ver sus abejas, asegurarnos de que estuvieran sanas, creciendo bien y
ayudando a que sus cultivos crecieran en abundancia.
Para los campesinos de pequeña escala, que no pueden mantener
Ganado, las abejas pueden cambiar su vida. Recuerdo muy bien un
grupo de mujeres en Kenya que orgullosamente me mostraron sus
abejas y colmenas, dándome instrucciones sobre lo básico para cuidar
de las abejas, insistiendo que yo probara su miel, explicando cómo
llevan sus botellas de miel al mercado, y sus planes para engrandecer
su negocio para beneficio de toda la aldea. No tenían que decírmelo,
pues era abundantemente claro que las abejas les infundían esperanza
e provocaban transformación en su vida y a su comunidad.
¡El reino de los cielos es como una colmena!
—Brian Sellers-Petersen
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