“¿Respetarás la dignidad de todo ser humano?”
—El Libro de Oración Común, página 225
¿Cada ser humano? Ciertamente hago el esfuerzo para
respetar la dignidad de cada persona que veo en la iglesia, y en las
personas que me encuentro día a día. Pero ¿cada ser humano? ¿Todos
los siete billones? ¿Puedo orar por ellos? ¿Qué más puedo hacer?
Aunque hay billones de personas que nunca veremos, nuestras
acciones tienen consecuencias que llegan mucho más allá de lo que
nos imaginamos.
Cada dólar que gastamos tiene un potencial ético. Se puede hacer el
bien cuando lo gastamos de una manera. O podemos apoyar empresas
que hacen un gran mal al gastarlo de diferente manera.
No creo que nos gustaría comprar los zapatos de un vecino que sabemos
que forzó a sus hijos a que los hicieran, sin embargo sin tratar de saber
algo de lo que compramos, hacemos compras semejantes cada día.
¿Apoyamos a campesinos que pagan a sus trabajadores un salario
justo, o buscamos los alimentos más baratos sin importar cómo se
trata a las personas que lo han cosechado? Casi cada teléfono celular
tiene trabajo de esclavos dentro de él. ¿Qué siente nuestro espíritu
cuando sabemos que nuestra acción de comprar un teléfono ha
mantenido a un niño en la esclavitud? ¿Cómo podría cambiar nuestra
relación con lo que compramos el saber que alguien ha sido abusado al
hacer los productos que gozamos? ¿Cómo podría eso cambiarnos?
Sí, estas son preguntas complicadas. Y sí, a eso nos comprometemos
en el bautismo. “¿Tratarás de trabajar por la justicia y la paz entre todas
las personas, y respetar la dignidad de cada ser humano?”
¿Cómo nos atrevemos a contestar: ‘Sí, lo haré’?
Sólo ‘Con la ayuda de Dios’.
—Rosa Lee Harden
—El Libro de Oración Común, página 225
¿Cada ser humano? Ciertamente hago el esfuerzo para
respetar la dignidad de cada persona que veo en la iglesia, y en las
personas que me encuentro día a día. Pero ¿cada ser humano? ¿Todos
los siete billones? ¿Puedo orar por ellos? ¿Qué más puedo hacer?
Aunque hay billones de personas que nunca veremos, nuestras
acciones tienen consecuencias que llegan mucho más allá de lo que
nos imaginamos.
Cada dólar que gastamos tiene un potencial ético. Se puede hacer el
bien cuando lo gastamos de una manera. O podemos apoyar empresas
que hacen un gran mal al gastarlo de diferente manera.
No creo que nos gustaría comprar los zapatos de un vecino que sabemos
que forzó a sus hijos a que los hicieran, sin embargo sin tratar de saber
algo de lo que compramos, hacemos compras semejantes cada día.
¿Apoyamos a campesinos que pagan a sus trabajadores un salario
justo, o buscamos los alimentos más baratos sin importar cómo se
trata a las personas que lo han cosechado? Casi cada teléfono celular
tiene trabajo de esclavos dentro de él. ¿Qué siente nuestro espíritu
cuando sabemos que nuestra acción de comprar un teléfono ha
mantenido a un niño en la esclavitud? ¿Cómo podría cambiar nuestra
relación con lo que compramos el saber que alguien ha sido abusado al
hacer los productos que gozamos? ¿Cómo podría eso cambiarnos?
Sí, estas son preguntas complicadas. Y sí, a eso nos comprometemos
en el bautismo. “¿Tratarás de trabajar por la justicia y la paz entre todas
las personas, y respetar la dignidad de cada ser humano?”
¿Cómo nos atrevemos a contestar: ‘Sí, lo haré’?
Sólo ‘Con la ayuda de Dios’.
—Rosa Lee Harden
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