El que es generoso será bendecido,
pues comparte su comida con los pobres.
—Proverbios 22:9
Proverbios 22:9 es una máxima de amor, el amor de los unos por
los otros es algo que debemos cultivar. El compartir generosamente
con aquellos menos favorecidos, hace la diferencia en nuestras vidas
e impacta en la de ellos.— Podemos afirmar que la bendición que
se recibe al ser hacedores de ésta palabra es doble: una al ver como
las vidas de nuestros hermanos y hermanas que viven en necesidad
van siendo transformadas, y la segunda porque cuando tenemos un
corazón generoso, nuestro Padre Celestial nos bendice con creces en
todo cuanto emprendemos en una manera que no podemos imaginar.
Una de mis bendecidas experiencias en mi vida, ha sido el trabajar en
mi país, Honduras, con Programas de Microfinanciación auspiciados
por la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo, programas por medio
de los cuales los y las participantes no solo tienen la oportunidad de
beneficiarse económicamente sino espiritualmente, ya que a través de
éstos programas hemos llevado a la par las buenas nuevas de salvación.
Definitivamente el ver cómo esas vidas van siendo cambiadas de una
u otra manera; y el escuchar testimonios de mujeres que viven en
las diferentes comunidades donde trabajamos quienes expresan su
agradecimiento por las bondades de los programas de micro finanzas,
porque les han ayudado a sentirse útiles y empoderadas al lograr
aportar a la economía de sus hogares es una bendícíón. Esa alegría
reflejada en sus rostros, esos sentimientos que afloran en ellas al
hablar de ese empoderamiento constituyen el mejor regalo que se
puede recibir por la labor realizada.
A lo largo y ancho de este mundo donde los pobres y marginados son
más, existe mucha necesidad de una mano amiga, generosa, que ayude
a éstos hermanos y hermanas quienes solamente están esperando esa
oportunidad única y valiosa para poder avanzar, para ser forjadores de
un mundo mejor, tanto para sí mismos como para sus familias que les
brinde la oportunidad de vivir con decoro, con dignidad.
Oremos por esos corazones bondadosos que están cambiando vidas
significativamente, que Nuestro Señor les bendiga prodigiosamente,
asimismo por la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo y sus socios
quienes en forma conjunta estamos trabajando en la construcción
de un mundo más humano, más justo, y por ende más acorde con la
voluntad de Dios.
—Connie Sánchez
pues comparte su comida con los pobres.
—Proverbios 22:9
Proverbios 22:9 es una máxima de amor, el amor de los unos por
los otros es algo que debemos cultivar. El compartir generosamente
con aquellos menos favorecidos, hace la diferencia en nuestras vidas
e impacta en la de ellos.— Podemos afirmar que la bendición que
se recibe al ser hacedores de ésta palabra es doble: una al ver como
las vidas de nuestros hermanos y hermanas que viven en necesidad
van siendo transformadas, y la segunda porque cuando tenemos un
corazón generoso, nuestro Padre Celestial nos bendice con creces en
todo cuanto emprendemos en una manera que no podemos imaginar.
Una de mis bendecidas experiencias en mi vida, ha sido el trabajar en
mi país, Honduras, con Programas de Microfinanciación auspiciados
por la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo, programas por medio
de los cuales los y las participantes no solo tienen la oportunidad de
beneficiarse económicamente sino espiritualmente, ya que a través de
éstos programas hemos llevado a la par las buenas nuevas de salvación.
Definitivamente el ver cómo esas vidas van siendo cambiadas de una
u otra manera; y el escuchar testimonios de mujeres que viven en
las diferentes comunidades donde trabajamos quienes expresan su
agradecimiento por las bondades de los programas de micro finanzas,
porque les han ayudado a sentirse útiles y empoderadas al lograr
aportar a la economía de sus hogares es una bendícíón. Esa alegría
reflejada en sus rostros, esos sentimientos que afloran en ellas al
hablar de ese empoderamiento constituyen el mejor regalo que se
puede recibir por la labor realizada.
A lo largo y ancho de este mundo donde los pobres y marginados son
más, existe mucha necesidad de una mano amiga, generosa, que ayude
a éstos hermanos y hermanas quienes solamente están esperando esa
oportunidad única y valiosa para poder avanzar, para ser forjadores de
un mundo mejor, tanto para sí mismos como para sus familias que les
brinde la oportunidad de vivir con decoro, con dignidad.
Oremos por esos corazones bondadosos que están cambiando vidas
significativamente, que Nuestro Señor les bendiga prodigiosamente,
asimismo por la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo y sus socios
quienes en forma conjunta estamos trabajando en la construcción
de un mundo más humano, más justo, y por ende más acorde con la
voluntad de Dios.
—Connie Sánchez
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