“¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el
ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo?
¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte
la astilla del ojo”, cuando ahí tienes una viga en el tuyo?
¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con
claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.
—Mateo 7:3-5
Cuando las mujeres del clero de nuestra diócesis se reunieron con
nuestro Obispo Nuevo, pedí que se pusieran de pie las que no estaban
recibiendo el salario mínimo de la diócesis. No puedo recordar ahora
cuántas se pusieron de pie, pero creo que nuestro obispo se sorprendió
al verlo. Yo no me sorprendí.
Ya no soy un párroco, así que no tengo interés especial en esto.
Pero creo que es muy importante para nosotros el poner atención a
nuestros mensajes de empoderamiento económico a la mano. Cuando
esperamos que el personal de nuestra iglesia trabaje más horas por
menos dinero, he visto recaer esta actitud en negocios locales, en los
que ofrecen servicios, en los recipientes de esos servicios y hasta en los
voluntarios.
El empoderamiento económico puede empezar pagando a nuestros
empleados lo que les prometimos que le pagaríamos cuando los
contratamos, y pagando a aquellos que ofrecen servicios un salario
justo, completo y decente.
—Laura Darling
ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo?
¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte
la astilla del ojo”, cuando ahí tienes una viga en el tuyo?
¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con
claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.
—Mateo 7:3-5
Cuando las mujeres del clero de nuestra diócesis se reunieron con
nuestro Obispo Nuevo, pedí que se pusieran de pie las que no estaban
recibiendo el salario mínimo de la diócesis. No puedo recordar ahora
cuántas se pusieron de pie, pero creo que nuestro obispo se sorprendió
al verlo. Yo no me sorprendí.
Ya no soy un párroco, así que no tengo interés especial en esto.
Pero creo que es muy importante para nosotros el poner atención a
nuestros mensajes de empoderamiento económico a la mano. Cuando
esperamos que el personal de nuestra iglesia trabaje más horas por
menos dinero, he visto recaer esta actitud en negocios locales, en los
que ofrecen servicios, en los recipientes de esos servicios y hasta en los
voluntarios.
El empoderamiento económico puede empezar pagando a nuestros
empleados lo que les prometimos que le pagaríamos cuando los
contratamos, y pagando a aquellos que ofrecen servicios un salario
justo, completo y decente.
—Laura Darling