viernes, 28 de marzo de 2014

Viernes 28 de Marzo

¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los 
derechos de los desposeídos! ¡Levanta la voz, y hazles 
justicia! ¡Defiende a los pobres y necesitados!
—Proverbios 31:8-9

Cuando leo este pasaje, me acuerdo de un carpintero—no del que
probablemente estás pensando, sino de Juan Awozo, un hombre cuya
vida y trabajo reflejan a Cristo. También conocido como el director,
Juan dirige una escuela vocacional de carpintería para hombres con
discapacidades en una pequeña aldea en el norte de Ghana.
En muchos países, incluyendo Ghana, es costumbre que las familias
oculten a los discapacitados porque se consideran como estigmas
sociales. Muchas veces, se les cree “malditos” y se ocultan por toda la
vida. Juan, aunque sordo él mismo, va de choza en choza reclutando y
liberando a los discapacitados de sus vidas de soledad y vergüenza.
Con el apoyo de la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo y con
su asociada, la Organización Anglicana Diocesana para Desarrollo y
Alivio, Juan es capaz no sólo de brindar hospitalidad y alimentar a sus
estudiantes sino también enseñarles las habilidades de carpintería.
Juan les enseña un oficio pero al mismo tiempo les enseña cómo
llevar una vida bien. Esa educación abre puertas que estaban cerradas,
ofreciendo a sus estudiantes la oportunidad de crear su propio negocio
y sostenimiento.
John Awazo aboga con pasión y elocuencia, en favor de los
discapacitados. Es un signo del amor incondicional de Dios y del
llamado de Dios a que seamos las manos, los pies, y aún la voz de
Cristo para esos necesitados.
—Mary Stuart Smart

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